viernes, 10 de julio de 2015

La oración de Jesús hizo que su amor fuera más grande

Tomado de:http://minutodedios.fm/bogota/comunidad-virtual/santo-rosario/dolorosos/5684-la-oracion-de-jesus-hizo-que-su-amor-fuera-mas-grande-que-su-temor La oración de Jesús hizo que su amor fuera más grande Categoría: Dolorosos Publicado: Viernes, 10 Julio 2015 17:40 Escrito por Sebastián López Visto: 281 La oración fue para Jesús, a lo largo de toda su vida, un elemento de vital importancia; los evangelios nos dan testimonio de ello. En la oración, Jesús encontró siempre la fuerza que necesitaba para enfrentar los momentos difíciles, y para cumplir a cabalidad la misión que el Padre le había encomendado, como su Mesías Salvador. Por eso, en esta situación particularmente peligrosa y complicada para él, acudió a ella sin vacilación y con absoluta confianza. De ella, de la comunicación con su Padre, sacó la humildad, la paciencia, la entereza, el valor y el infinito amor que necesitaba para enfrentar a sus enemigos, conforme a la Voluntad salvadora de Dios que le pedía amar hasta el extremo. La oración hizo que su amor fuera más grande que su temor; su fe en Dios más fuerte que su deseo legítimo de evitar el sufrimiento; su generosidad más poderosa que el odio de sus enemigos; su humildad más profunda y verdadera que la falsedad y la cobardía de quienes querían deshacerse de él, porque sus enseñanzas no les satisfacían y su obrar les incomodaba. Impresiona sobre manera la incapacidad del gobernador romano para defender a Jesús y hacer prevalecer la justicia sobre el odio de sus enemigos: sabiendo que era inocente lo entregó para que fuera crucificado no sin antes mandarlo a azotar. En contraposición podemos apreciar la bondad y la valentía de Jesús que permaneció silencioso y aceptó con paz el castigo inmerecido, que frustraba de alguna manera sus planes, y ponía aparentemente fin a su misión en el mundo. Mientras rezamos las diez Avemarías de este segundo Misterio, pensemos en los horribles dolores físicos que Jesús padeció durante la flagelación, y también en sus dolores espirituales, viéndose traicionado por Judas, negado por Pedro, abandonado por los demás discípulos, y acusado injustamente por las autoridades religiosas de su pueblo, que debieron haberlo reconocido como el Mesías prometido por Dios y anunciado por los profetas. Nuestra conducta cuando somos ofendidos por alguien. Por ofensas infinitamente menores a esta que recibió Jesús de parte de sus verdugos, reaccionamos en contra de quien sentimos que nos ha hecho daño, con notable brusquedad y en no pocos casos con violencia de palabra y de obra, de tal manera que lo que comenzó siendo un simple mal entendido, o una ofensa menor, se puede llegar a convertir en un problema de envergadura. Este Misterio del Rosario debe hacernos pensar en lo distinta que es El proceso de Jesús siguió el curso previsto, y lo contemplamos ahora crucificado y levantado en alto, en medio de dos ladrones. Sus enemigos siguen mofándose de él y retándolo para que deje la cruz. Es la última tentación que padece Jesús. El demonio que una vez le propuso que se tirara de lo más alto del templo, para que Dios enviara a sus ángeles a socorrerlo, le pide ahora por boca de quienes están en el Calvario, que haga un milagro en favor de sí mismo y se salve de la muerte. Pero Jesús no los escucha, y deja que las cosas sigan su curso, y todo sea como tiene que ser. Está decidido a llegar hasta el final. En cada circunstancia de su vida, Jesús nos enseña algo. En esta oportunidad nos muestra que el amor cuando es verdadero no puede ser derrotado por nada ni por nadie, porque es una fuerza que proviene de Dios y es tan grande como Él. Jesús ama por encima de todo a Dios Padre y a nosotros, y el amor le da la fuerza que necesita para llevar su entrega hasta el final, sin dejarse vencer por nada ni por nadie. Las profecías sobre el Mesías han sido cumplidas. Jesús ha muerto y ha muerto por amor. El amor más grande del mundo, que es el amor mismo de Dios. El dolor ha llegado a su culmen, pero el amor lo superó infinitamente. Jesús está muerto, realmente muerto, pero aún subsiste la esperanza. A pesar de la profunda oscuridad que rodea el Calvario, se vislumbra a lo lejos una pequeña luz que puede iluminarlo todo de nuevo. Una luz que sin duda crecerá y derrotará el miedo y la soledad de la noche que envuelve al mundo entero. Aunque parezca contradictorio y difícil de creer, ya no tenemos nada que temer, el mal ha sido vencido definitivamente por el bien. Sólo hace falta que transcurra un poco de tiempo para que podamos experimentarlo personalmente.

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