lunes, 15 de noviembre de 2010

SÉPTIMO AL DÉCIMO MANDAMIENTOS

VII. No Hurtes.
VIII. No digas mentiras en perjuicio de tu projimo.
IX. No desees al cónyuge de tu prójimo.
X. No ambiciones la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su empleado, ni su empleada, ni su buey, ni su asno, ni nada que pertenezca a tu prójimo.
El que roba no sabe de su poder espiritual y mental, el que miente es porque teme al que está al frente.La persona que desea a su prójimo es porque no ha pedido con discernimiento y no logró conseguir su pareja. El que desea lo de los demás no es definido es veleta que gira acorde a la situación.
podemos desear una persona como la que admiramos o un vehículo igual pero porque tiene que ser el del vecino, puede y de hecho los hay mejores.
El principio del mentalismo dice que atraemos todo lo que deseamos y si sabemos lo que deseamos la vida nos traerá lo mejor para nos, lo que más se acomode a nuestros intereses y a nuestros objetivos.
Para que algo se nos materialice debemos primero enfocarlo, desearlo y soñar que ya lo tenemos, es decir, visualizarlo y vernos a nos disfrutándolo.
El que roba desconfia del Padre Santísimo y del Cordero amado, nuestro señor Jesús, el Cristo, hoy es común que nos den estas herramientas mentales y espirituales a través de libros, charlas, películas y en nuestros grupos religiosos.
Es por ello que debemos tener nuestro plan de vida bien definido para que nuestra energía vital junto con las de similares nos ayuden a conseguir tales metas.
Caso clínico es el de Mandela, un negro en un país de negros donde mandaban los blancos y que dijo un día que quería ser presidente lo que le costó como treinta años de cárcel y cada vez que le preguntaban si quería ser presidente decia que sí y finalmente después de tantos años encarcelado salíó de la cárcel hacia la presidencia, pues se conformó un movimiento que desde la calle lo llevó a la presidencia de su país y después fue premio Nobel.
Desafortunadamente hemos perdido el don de la concentración o centricidad de pensamiento y la ansiedad o el temor nos han atrapado y nos traen generalmente lo contrario de lo que deseamos por ello el Señor, Nuestro Dios, en su bendición ordena que tengamos paz, tranquilidad para que obtengamos lo que deseamos.

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